La mayoría de los pacientes con EII, en particular los hombres, consumen habitualmente cantidades inadecuadas de fibra dietética que pueden tener efectos negativos sobre el microbioma intestinal y contribuir a la disbiosis, concluyó un estudio transversal.

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que abarca la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis ulcerosa (CU), se considera una enfermedad crónica de por vida. Se trata de una enfermedad caracterizada por una inflamación recurrente y remitente del tracto gastrointestinal. Existe una creciente apreciación de que el microbioma intestinal en pacientes con EII difiere de las personas sanas debido a la reducción de la diversidad bacteriana, denominada disbiosis.

La clasificación de los diferentes tipos de fibra

La fibra se puede clasificar en cadena larga o cadena corta. Las fibras de cadena larga incluyen fibras insolubles, que pueden ser de fermentación lenta o no; mientras que las fibras solubles son de fermentación moderada o alta. De cara a las fibras de cadena corta, estas incluyen oligosacáridos (fructo‐ y galacto‐), que son altamente fermentables.

Las fibras fermentables se denominan prebióticos, lo que significa que favorecen el crecimiento de microbios beneficiosos y sus funciones inherentes. Además, tienen la capacidad de inducir beneficios para la salud del huésped. La ingesta media recomendada de fibra dietética en el Reino Unido es de 30 gramos al día.

La ingesta habitual de fibra da forma a la constitución y función del microbioma intestinal, proporcionando sustrato para la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), que es vital para la función de los enterocitos.

Deficiencia de fibra

Los estudios de cohortes prospectivos han demostrado que una ingesta baja de fibra conlleva un mayor riesgo de EII. Así mismo, la ingesta de fibra se asocia con un riesgo de exacerbación clínica en pacientes con EII establecida. A pesar de los datos que respaldan la dieta como un factor clave en los brotes de EII, existe una escasa evidencia de la dieta como terapia de esta enfermedad, por lo que los pacientes con EII están sujetos a recomendaciones dietéticas muy variables y a menudo contradictorias.

Respecto a uno de los últimos estudios, un equipo de investigadores del Hospital Queen Elizabeth, en Australia, llevó a cabo un estudio transversal multicéntrico en pacientes ambulatorios con EII. En la investigación se analizó si la ingesta total de fibra y almidón resistente es adecuada, también se identificaron los factores que pueden estar asociados con el consumo de la fibra.

Según los resultados del estudios, los pacientes habitualmente consumen fibra inadecuada. Se puso el foco en particular en el almidón resistente a la fibra prebiótica. Los investigadores concluyeron que “se desconocen los efectos nocivos potenciales de la ingesta baja de prebióticos sobre el microbioma intestinal y los resultados relacionados con la enfermedad inflamatoria intestinal”.

Detalles del estudio

La ingesta habitual de fibra dietética se midió mediante un cuestionario de evaluación nutricional integral validado. La suficiencia de la ingesta total de fibra se comparó con los valores de referencia de nutrientes de Australia. Se realizaron múltiples regresiones lineales para determinar los factores que influyen en la ingesta de fibra.

Concretamente, en el estudio participaron 92 personas, el 52% tenía enfermedad de Crohn, el 51% eran hombres y la edad media era de 40 años. Tan solo el 38% de la cohorte consumió una cantidad adecuada de fibra total (una media de 24 gramos diarios). El consumo adecuado de fibra fue significativamente menos común en hombres que en mujeres (21,3% frente a 55,6%). La ingesta de almidón resistente (mediana 2,9 gramos) fue significativamente menor que las recomendaciones propuestas (20 gramos al día).

Cómo afecta la ingesta de fibra a la EII

No se han podido demostrar factores específicos que influyen en la ingesta de fibra en pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal. No obstante, en el informe se proponen varias razones subyacentes. “En primer lugar, los médicos recomiendan ampliamente a muchos pacientes que eviten o reduzcan su consumo de fibra”. Este consejo se basa en recomendaciones históricas de que una dieta “baja en residuos” es útil para el control a corto plazo de los síntomas gastrointestinales. También puede ayudar a reducir la producción de heces.

Sin embargo, en muchos casos, “no se recomienda a los pacientes que vuelvan a introducir fibra, lo que puede resultar en una restricción prolongada de fibra innecesaria”, apuntan los autores. Este consejo se ve agravado por Internet, que está plagado de recomendaciones dietéticas que no están respaldadas por la evidencia.

En segundo lugar, más del 40% de los pacientes con EII padecen síndrome del intestino irritable (SII) concurrente, con tasas concordantemente altas de intolerancias alimentarias. Las personas que padecen esta enfermedad pueden evitar habitualmente los FODMAP para mitigar los síntomas gastrointestinales funcionales. Esto a menudo se produce sin apoyo dietético, lo que lleva a una restricción innecesaria y a una ingesta reducida de fibra, en particular de fibras prebióticas de cadena corta (oligosacáridos).

En tercer y último lugar, algunos pacientes con EII sufren estenosis, “en estos casos se recomienda una dieta baja en fibra para reducir el riesgo de obstrucción intestinal”. Además, los autores señalan que se requieren estudios adicionales para investigar los efectos a largo plazo de la ingesta inadecuada de fibra y prebióticos en la cohorte de EII. Se incluyen los efectos sobre la ingesta general de nutrientes, el microbioma intestinal y los resultados relacionados con la Enfermedad Inflamatoria Intestinal.

Referencias

Davis R, Day A, Barrett J, Vanlint A, Andrews JM, Costello SP, Bryant RV. Habitual dietary fibre and prebiotic intake is inadequate in patients with inflammatory bowel disease: findings from a multicentre cross-sectional study. J Hum Nutr Diet. 2021 Apr;34(2):420-428.