La aromaterapia o terapia con aceites esenciales se refiere a una seria de terapias tradicionales, alternativas o complementarias en las que se emplean aceites esenciales y otros componentes aromáticos de las plantas.
Los aceites esenciales se han utilizado durante casi 6.000 años con el fin de mejorar la salud y estado de ánimo de las personas. La Asociación Nacional para la Aromaterapia Holística (NAHA) define la aromaterapia como “la aplicación terapéutica o uso medicinal de sustancias aromáticas (aceites esenciales) para la curación holística”.
En 1997 la Organización Internacional de Estandarización (ISO) definió el aceite esencial como “un producto que se obtiene de materias primas vegetales, ya sea mediante la destilación con agua o vapor o del epicarpio de frutas cítricas por un proceso mecánico o por destilación seca”.
Una serie de aceites esenciales han demostrado tener cierto grado de actividad antimicrobiana y se cree que tienen propiedades antivirales, nematicidas, antifúngicas, insecticidas y antioxidantes. Las aplicaciones de la aromaterapia incluyen los masajes, aplicación tópica y la inhalación.
Sin embargo, los usuarios deberían ser conscientes de que los productos naturales también son químicos y pueden ser nocivos si se utilizan de forma incorrecta. Es importante seguir las pautas indicadas por profesionales a la hora de utilizar aceites esenciales.
El uso de la aromaterapia
La aromaterapia se utiliza frecuente mediante inhalación o por aplicación tópica.
Inhalación: con el uso de un difusor o spray el aceite se evapora en el aire y se inhala junto con sus propiedades. Además de proporcionar un aroma agradable, los aceites esenciales pueden proporcionar beneficios frente a las infecciones respiratorias, congestiones o el estado psicológico.
La inhalación de los aceites esenciales estimula el sistema olfativo, la parte cerebral que se conecta con el olfato, incluidos la nariz y el cerebro. Las moléculas penetran por la nariz o la boca, llegan a los pulmones y, de ahí, a otras partes del cuerpo. Cuando estas moléculas llegan al cerebro afectan al sistema límbico, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, la respiración, la memoria, el estrés y el equilibrio hormonal.
Aplicación tópica: los aceites de masaje, los productos de baño y otros productos cutáneos que se aplican sobre el cuero se absorben por la piel. Masajear la zona en la que se aplica el aceite puede estimular la circulación y mejorar la absorción. Algunas personas afirman que las partes del cuerpo en las que hay más glándulas sudoríparas y folículos pilosos como la cabeza o las palmas de la mano podrían absorber los aceites de forma más eficaz.
Los aceites esenciales no se deben aplicar directamente sobre la piel. Deben diluirse en otros aceites portadores. Algunos de los aceites portadores más comunes son el aceite de almendras dulces y el aceite de oliva.
Se recomienda hacer un test de tolerancia antes de empezar a utilizar los aceites esenciales. Para ello, se debe diluir unas gotas del aceite esencial en el aceite portador y aplicar un poco en una zona sensible como el antebrazo. Si pasadas 24-48 horas no se observa reacción alérgica alguna su uso es seguro.
Algunas personas empiezan a desarrollar alergia a algunos aceites esenciales a pesar de haberlos utilizado con anterioridad sin ningún problema. Si aparece algún signo de alergia nueva se debe dejar de utilizar inmediatamente y evitar su olor.
Consumo interno: algunos aceites esenciales pueden consumirse oralmente. Sin embargo, para ello es necesario la consulta previa con un profesional de la salud y seguir las pautas indicadas por este.
En el caso de mujeres embarazadas o en lactancia también deben tener especial cuidado a la hora de tratar con aceites esenciales, ya que estos pueden interferir en el desarrollo del feto. En este caso también debe realizarse la consulta a un profesional de la salud.